martes, 15 de septiembre de 2009

EL ESPEJO


El espejo
Alfredo dudó antes de mirarse al espejo. Tenía miedo de descubrir lo que éste le mostraría.

Tres horas antes, había tenido un accidente en su bicicleta. La horquilla se había cortado, y el peso que cargaba en sus espaldas provocó que estampara la cara contra el asfalto. El almanaque marcaba: jueves, Semana Santa, 1993. El lugar tenía un olor particular, era el Hospital de Emergencias de Rosario (Santa Fe). Sin embargo, el muchacho no sentía dolor, pues estaba en estado de shock, pero al palpar su cara pensó "es como tocar algodón".

Allí estaba, sentado en un banco del Hospital. De pronto, sintió la necesidad de ir al baño, pero algo le hizo dudar, pues debería enfrentarse a lo que revelaría su estado: EL ESPEJO. Se acercó con paso vacilante y miró frente a sí la imagen de su cara: la tenía destrozada, hinchada, con moretones, golpes y sangre. En ese momento el muchacho se vio como un monstruo y empezó a llorar pues realmente se vio tal cual había quedado...

Antes de seguir con el relato quisiera que te miraras en un espejo, para que te evalúes en la condición en que estás. Me refiero al espejo de la Ley de Dios, o si lo quieres mas claro: los 10 mandamientos. Ellos nos presentan el nivel que Dios exige para entrar al cielo: no mentir jamás, no robar (ni siquiera un alfiler), no tener sexo antes del matrimonio (ni siquiera en los pensamientos), no matar (lo que incluye no enojarse con el prójimo), obedecer y honrar a tus padres, no usar el nombre de Dios impropiamente (usar el nombre de Dios, Señor, o Jesús en lugar de una maldición). Te darás cuenta que todos nos hemos estrellado contra la Ley de Dios y la imagen que nos devuelve el espejo de Su Palabra es "herida, hinchazón y podrida llaga". Y Dios dice "¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios?. No os engañéis. Ni los deshonestos, ni los idólatras (los que adoran imágenes), ni los adúlteros (los que tiene sexo antes o fuera del matrimonio), ni los afeminados, ni los sodomitas (homosexuales), ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes (los que dicen malas palabras), ni los maleantes (los estafadores), heredarán el reino de Dios" (1ª Corintios 6:9-10).

Mientras Alfredo estaba allí trajeron un muchacho en camilla, cuya pierna había quedado casi seccionada por una motosierra. El joven entró cantando, haciendo bromas, diciendo piropos a las enfermeras, y hasta pedía al médico que cortara la pierna pues tenía una de repuesto.

Una enfermera mirando el asombro de Alfredo explicó que ese era el efecto de la morfina, por eso no sentía dolor y deliraba. Pusieron la camilla justo frente a Alfredo... El recién llegado miró la cara del joven y le zampó "-vos sí que estás mal ¿ehhh?". Alfredo hizo silencio por respeto a lo que veía, pero pensó "¡¡¡eso lo decís porque todavía no te has mirado en el espejo!!!". El muchacho pasó luego de la euforia a la desesperación. Al poco tiempo de entrar a una sala, comenzó a gemir, a gritar desesperadamente, a pedir por su mamá, y a pedir perdón por todos los pecados que había hecho...

Esta es una buena ilustración de la vida de miles y miles de jóvenes que están como el joven de la camilla. Ellos viven adormecidos por sus pecados, tienen relaciones sexuales antes del matrimonio, mienten, son desobedientes a los padres, no quieren hablar de Dios y viven la vida loca; se divierten y se ríen; fuman y viven de festichola en festichola ¿sabes porqué? ¡¡¡porque no se han visto en el espejo!!!. Pero llegará el día, si no hacen algo al respecto, en que gemirán por la eternidad debido a sus pecados, por las oportunidades perdidas, y pedirán perdón. Pero será demasiado tarde, porque estarán en la condenación eterna; sí... en el infierno de fuego.

Alfredo al verse así en el espejo lloró, pero hizo algo al respecto. Se puso en las manos de un médico. De la misma manera cuando somos enfrentados ante el espejo de su Palabra nos vemos tal cual Dios nos ve, y si somos sensibles a esta visión podremos buscar al Médico Divino. Él, como NOS AMA, ha establecido un plan de salvación. Él nos muestra el espejo pero también nos da el remedio. El plan de Dios es que un inocente, un hombre sin pecado, muera en lugar del pecador, y derrame su sangre. Pero como podrás confirmarlo no existe esa persona en la tierra. Pues todos llevamos desde que nacemos la imagen desagradable de nuestros pecados. TODOS SOMOS PECADORES. El único que podía ocupar ese lugar es Dios mismo. Y por eso vino y nació de la virgen María y un día murió en la cruz, derramando su sangre. Allí Jesús (Dios hecho hombre) cargó los pecados de Alfredo, mis pecados y los tuyos; mi fealdad y la fealdad moral que sentís al leer este folleto.

Jesús recibió el castigo que merecíamos nosotros. Él murió, fue sepultado y resucitó de entre los muertos. El Señor pide que al verte como estás te arrepientas de tus pecados, le agradezcas lo que Él hizo por amor y te entregues sin condiciones. Y tendrás la nueva vida que Él te ofrece. ¿Estás en la camilla? Detente, mírate en el espejo y no sigas por ese camino. La salvación está muy cerca, mas cerca de lo que piensas. Busca a Dios.... búscale y le encontrarás.